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Aplicaciones para ahorrar en el consumo de datos de nuestros móviles

Hoy en la sección Vive Conectado (que cada jueves realizamos en Onda Cero Jerez a eso de las 13.20), hemos hablado de algunas de las siguientes aplicaciones para ahorrar en el consumo de datos de nuestros Smartphones.
  • NetCounter: Aplicación para saber de qué manera consumimos los datos en nuestro terminal.
  • ZDBox y Onavo: ambas nos ayudarán a averiguar qué aplicaciones consumen un mayor porcentaje de datos (además de poseer otras muchas funciones para regular el consumo).
  • TextOnly: Esta aplicación nos permitirá cargar desde nuestro dispositivo móvil las webs sólo en formato texto, ahorrando así la carga de otros datos innecesarios como Banners, fotografías, javascripts, etc.
  • Imagen Viewer Free: De manera similar a lo anterior, accedemos sólo a las imágenes, por lo que no será necesario abrir una web al completo para acceder a una sóla foto (con el ahorro de consumo que eso conlleva).
Varios apuntes para terminar.

Efectivamente existen muchas aplicaciones similares a estas aquí descritas y os animo a que las probéis por vosotros mismos. Toqueteando se aprende. Además, otro motivo más para que investiguéis nuevas aplicaciones es que estas mencionadas están en inglés en su mayoría, así que si andáis justitos de idiomas, será mejor probar.

En cualquier caso, espero que estas aplicaciones os sirvan de trampolín si estáis interesados en el ahorro de datos. A partir de aquí, os soltamos la manita y a caminar en solitario.

EDITADO:

Añado aquí a petición de un amigo oyente la dirección que recomendé en "Vive Conectado" para la realización de cursos y mejora del CV (y otras cosillas útiles). Aquí la tenéis:

Edukanda

A los pocos santos de esta semana...

Quien me conozca bastante, o bastante poco (creo que en este caso se me ve venir de lejos), sabrá cuál es mi pensamiento acerca del asunto religioso. En este sentido he caminado siempre al filo del agnosticismo más radical: no afirmaré que no hay nada pero tampoco que algo debe haber. Quizá sea la posición más fácil, o quizá la más cobarde. Nada me hace pensar que exista algo más allá del presente que vivimos pero me aterra pensar que esto acaba aquí… Dios nos libre.

En cualquier caso, ahora que la Semana Santa da sus últimos pasos, intento reflexionar un poco sobre el tema intentando no pincharme en ninguno de los dos bandos que flanquean la senda del sentido común; de aquellos que me despiertan atronando en sus casas con bandas de Semana Santa a aquellos que se alegran con la lluvia de estos días. Se trata de respeto y educación. Nada más.

Soy agnóstico pero ateo para la iglesia. No la creo. Simplemente, no puedo hacerlo. Ahora, lo poco que rece se lo debo a una promesa mucho más importante para mí que cualquier creencia que posea. Hablo de mí; cada uno que haga lo que quiera.

Seré totalmente sincero: me la trae al pairo lo mucho o poco que llueva estos días, de verdad, me da exactamente lo mismo. O casi. La mayoría de la gente que veo, conozco y/o he conocido a la que gusta la Semana Santa le gusta simplemente eso, la Semana Santa. No sé qué viento les dará que la impostura se adueña de ellos y si han sido los mayores cabrones durante el resto del año, ahora toca redimirse, salir a la calle o al balcón y llorar o emocionarse. A todos vosotros, de corazón, que os llueva. Que os llueva mucho.

El casi que me queda son dos o tres personas que he conocido a lo largo de mi vida y que sí se merecen esta semana. Santos ellos. Gente participa activamente en la vida de las iglesias y que me hacen sentirme orgulloso de que sigan sus creencias incluso hoy día. Yo no creo en la iglesia (ni siquiera la pondré en mayúsculas) pero sí lo hago en esas personas que se merecen todo mi respeto por hacerlo, por implicarse. A todos vosotros, de corazón, que os brille el sol. Que os brille mucho.

Al final, y eso es lo importante, esto va de ser buenas personas…

O debería ir así. 

Albertucho, más capitan que cobarde (Concierto Algeciras)

Albertucho es rock. Porque ser rock no es un estilo de música, es un estilo de tocarla y hasta sentirla. Beba de las fuentes de Johnny Cash (de cualquiera de ellas) o del What a wonderful world de Louis Armstrong, Albertucho es rock.

Y lo es por esa forma de arrancarse la armónica, por su “illooo” buscando que el público cante con su voz o por la capacidad de hacer que una Gramola que apenas funciona deje con ganas al respetable de dejar abierta La persiana. Justifíquenlo como quieran; Albertucho es rock… Pero es, además, otras muchas cosas.

Es un Enganchado a La primavera, con banjo y a lo loco, que nunca Descuida la verdad y se presenta gritando sus intenciones a la cara: oye, que Vengo a registrarte el corazón. Y créanme que lo consigue. Una vez te convence de que todos Somos pájaros (unos más que otros), lo mismo te expone La gravedad de la teoría que te destroza el capitalismo del corazón porque No hay nada de valor y, para eso, mejor No tener nada. Y si se monta una pelea: los llama gilipollas y seguimos. Si es que… Tiene que haber de tó.

Casi dos horas de concierto. ¡Qué coño! De Purita dinamita para recordarnos que debemos olvidar el Tiempo (vaya regalo nos deja) y centrarnos en la Vida sin reloj. A fin de cuentas, mejor disfrutar el poco presente que tenemos que empezar a preocuparnos por Lo venidero, ¿no?

En el escenario, trabajo en equipo. Flanqueado por sus dos Compadres (grande -y no sólo por su altura- Jesús Pedrote en la batería y Juan María Mora al bajo) y, sobre todo, por su Ángel de la guarda, en forma de Una niña que se pasa el pasado, el presente y el futuro del concierto vigilando para que todo funcione como debería. ¿Como anécdota?, un monitor de sonido que no suena por mucho que se cargue la gramola; ¿como resultado? Él no murió. Cuanto más oscura es la noche, más brilla la Estrella.

Cuando la música se apaga, me revuelve la sensación de que tengo que escribir sobre ello, sobre mi nueva experiencia en un concierto de Albertucho (y ya van… muchos). Lo escribiré cuando esté en El pisito, junto a La gata que colma el vaso de mi Alegría.

Para quien no me conozca, soy uno más. Mi propio Superhéroe del sillón, como muchos de vosotros, con el único fallo de escuchar demasiado ese corazón que no me Deja de mandar. Ya le facilitaría yo la fuga como ese cobarde que soy (y que somos), como la primera rata que abandona el barco, como uno de los muchos grumetes que tiene este Capitán (de los putos) cobardes.

Muertecito estoy de ganas de volver a volver a repetir. 

El pequeño abejaruco

La Navidad asoma la pata por debajo de la puerta y yo, además de anunciar una remodelación pronta de este espacio para convertirlo en otra cosa, quiero también hacer un regalo. En primer lugar a mí mismo o, mejor dicho, al chaval que fui hace ahora 9 años. Por aquel entonces ya me gustaba reírme casi tanto como ahora y más aún cuando me ayudaban a hacerlo.

Así descubrí en mis noches un programa de Canal Sur Radio llamado El pelotazo donde, además de información deportiva, contaban con un espacio llamado La leña (creo recordar) que me ha dejado muchas carcajadas en medio de la oscuridad y que supo avivar dos aficiones que hoy son casi profesionales para mí: la radio y el humor.

Yo tenía por aquel entonces 15 años y, por supuesto, ni por casualidad me imaginaba que algún día iba a conocer a dos de los imitadores del programa (los enormes Luis Lara y Bienvenido Sena), ni mucho menos que serían jurado de un concurso en el que participaría. De hecho, ni siquiera les ponía cara por sus voces, sólo sabía que eran de Jerez.

Tampoco imaginaba entonces que nueve años después coincidiría en la boda de una amiga con mi admirado y genial José Guerrero “Yuyu”… Hasta me sentí importante por esta coincidencia. Yo tenía 15 años y para mí ellos eran estrellas. Hoy tengo 24 y me lo siguen pareciendo.

Pues bien, estos tres caballeros son segundos destinatarios de este “regalo”. Primero yo y luego ellos. No porque el burro vaya por delante sino porque a mí me hace más ilusión que a ellos. Seguro.
¿Qué nos voy a regalar…? Una poesía. Una ya publicada y, lamentablemente para el que esperase alta literatura, escrita por mí.

Sí, hace nueve años escribí para el último programa del año de El Pelotazo (debía de ser casi por estas fechas) un mail con una poesía dedicada a los personajes del show. Era mi humilde homenaje a un programa que me había dado tanto, y ellos me devolvieron el homenaje a mí dándole vida en antena. Lo que hoy dejo es el resultado que grabé en cinta en mi vieja radio. Lo he “digitalizado” y sí, podría sonar mejor pero también podría haberlo perdido.

Así que, señores Yuyu, Luis y Bienve… Si es que llegáis a leer esto: GRACIAS por la risa conseguida. Hoy, aunque sea por un ratito, vuelvo a ser un pequeño abejaruco.



En una carilla: Si los infieles no van a la montaña...

Da mucho miedo. Mahoma me recuerda a Candyman y si lo nombras más o peor de lo debido, alguien aparecerá para atacarte. La matanzade Bengasi se me antoja la más nefasta y sin embargo efectiva campaña de promoción para cualquier producto audiovisual que haya existido jamás.

El salafismo es un acelerante combustible de gran rapidez: le acercas una pequeña llama et voilá, ya tienes un gran infierno montado. El problema reside en que cualquier cosa puede ser una pequeña llama: la caricatura de su profeta en una viñeta nórdica, una niña discapacitada que profana su libro sagrado o una seudopelícula satírica. No existe libertad interpretativa cuando se trata del Corán.

Y nadie lo ignora. Los Monty Python produjeron la genial La vida de Brian y no la de Abdel porque sabían lo que había en juego. También lo sabía el equipo de esta creación audiovisual a los que sinceramente imagino pensando que se les ha ido de las manos la broma, no tanto por lo inoportuno de su obra sino por sus consecuencias. Pondría la mano en el fuego porque ahora mismo el equipo de esa pieza está en el Top Five de gente más asustada del mundo.

Ahora Obama debe contraatacar y no, no es algo opinable. En plena carrera presidencial Obama debe dar ejemplo de mano dura sino quiere que se diluyan sus aspiraciones de renovar mandato; los republicanos ya andan haciéndole culpable de lo ocurrido en la embajada estadounidense en Libia. Y de repente entendemos que todo es política, hasta la muerte de varias personas, y todo se vuelve asqueroso, turbio, vomitivo.

Las muertes que vengan (porque vendrán) como consecuencia de todo este maremoto tendrán que ser cargadas a la cuenta de unos creyentes a pies juntillas de lo que otros le cuentan y, no sé por qué, me da que estos mandamases islamistas lo son más de boquilla que de fe. Pero también que le apunten algún muerto a los Estados Unidos que de forma muy cristiana van a guardarse su otra mejilla para golpear a la de su enemigo.

A todo esto, y quien me conozca lo sabe, soy defensor a ultranza de la libertad de expresión pero... cojones míos, ¿no lo sospechabais ni un poquito?

En una carilla: No volver a empezar, otra vez

Ahora que nada hago desearía volver a hacer lo que antes nunca quise. Hoy que mis horarios son demasiado laxos para incumplirlos, añoro el toque de campana de las ocho y media de la mañana, las seis horas que le seguían y la otra campana de fin de cautiverio. Da comienzo el curso lectivo y estoy hecho un ni-ni.

El censo de hijos de Satanás que comúnmente merodea mi barrio empieza a desaparecer y créanme, lo agradezco de corazón. No obstante, esta publicación no trata sobre ellos sino sobre mí y mis ganas de reír entre amigos sin más preocupación que un examen cada cierto tiempo.

Nunca fui mal estudiante pero tampoco me considero un empollón. Tuve la suerte de saber mantener un preciado equilibrio entre aprobar todo y pertenecer a ese grupúsculo de gente que mola en el instituto; en el instituto la bendición es ser el mejor de los peores. Aproveché esa condición lo mejor que supe, que fue bastante, y crecí en amigos, en risas y en todo lo demás; menos en tías. En tías nunca crecí.

El tiempo va discurriendo. Seis años pasan lento cuando quieres escapar de ellos pero demasiado rápidos cuando los dejas atrás. Se te escurren las risas, lo que aprendiste y casi los amigos. A mi se me ha fugado todo.

Ahora que los niños lloran, se quejan o patalean yo daría mil gracias por volver al boquete de donde vine. Crecer no es el chollo que piensas cuando eres niño pero lo comprendemos demasiado tarde.

Quizá piense todo esto porque he terminado la carrera en el peor momento histórico posible y el mercado laboral me levanta el dedo cuando me acerco a él con mis mejores intenciones.
Quizá aconsejaros que sigáis los máximos años posibles bajo el amparo de ser estudiante no sea lo más ético.
O simplemente, quizá sea algo común en los seres humanos: ahora que no puedo, es cuando más quiero.

PD. Madres que tiran Tuppers… ¡Apuntad!

En una carilla: Hoy nada de nada

Hoy debería cumplir con la promesa que me hice unos pocos días atrás: publicar de lunes a viernes una columna para este blog sin otra máxima que desempolvar mis viejos conceptos de redacción e ir haciendo el cuerpo al oficio de escribir. El problema es que no siempre existen temas adecuados para hacerlo.

No puedo escribir sobre el toro de Tordesillas. No puedo porque siento que me hierve la sangre que se derrama sobre su tierra; porque me duelen los lanceros más que las lanzas; porque la palabra fiesta nunca tuvo menos sentido. No os manifestéis con el SAT porque da mala imagen para los potenciales inversores en nuestro país pero podéis atravesar a un animal con lanzas que eso siempre hace bonito.

No puedo escribir sobre la manifestación catalanapor la independencia. No puedo porque aunque agradezco la falta de violencia terrorista en sus peticiones, me pregunto qué sería de ellos sin España. No sé si se habrán planteado que a lo peor, les iría peor.

No puedo escribir sobre el día en que estamos. Soy consciente de que cientos de personas mueren cada día en países subdesarrollados y nadie mueve un dedo pero eso no es incompatible con la congoja que sufrí hoy en 2001. Soy hijo de mi generación y la retrasmisión del horror en directo acaba calando más que las noticias desamparadas, aunque estas sean igual de graves.

No puedo escribir sobre el ejemplo que me supone Andy Murray. Aunque la persistencia en uno mismo aún a la sombra de otros me parezca un modelo de conducta, no puedo escribir sobre ello porque hoy, justamente hoy, juega España. Eclipse de gol.

No puedo escribir sobre Tuppers, entrevistas presidenciales teatralizadas o asesinos con derecho a morir dignamente. No puedo hacerlo porque se me agota la carilla que me doy para hablar sobre todo eso.

Perdónenme si hoy no les hablo de nada.