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Albertucho, más capitan que cobarde (Concierto Algeciras)

Albertucho es rock. Porque ser rock no es un estilo de música, es un estilo de tocarla y hasta sentirla. Beba de las fuentes de Johnny Cash (de cualquiera de ellas) o del What a wonderful world de Louis Armstrong, Albertucho es rock.

Y lo es por esa forma de arrancarse la armónica, por su “illooo” buscando que el público cante con su voz o por la capacidad de hacer que una Gramola que apenas funciona deje con ganas al respetable de dejar abierta La persiana. Justifíquenlo como quieran; Albertucho es rock… Pero es, además, otras muchas cosas.

Es un Enganchado a La primavera, con banjo y a lo loco, que nunca Descuida la verdad y se presenta gritando sus intenciones a la cara: oye, que Vengo a registrarte el corazón. Y créanme que lo consigue. Una vez te convence de que todos Somos pájaros (unos más que otros), lo mismo te expone La gravedad de la teoría que te destroza el capitalismo del corazón porque No hay nada de valor y, para eso, mejor No tener nada. Y si se monta una pelea: los llama gilipollas y seguimos. Si es que… Tiene que haber de tó.

Casi dos horas de concierto. ¡Qué coño! De Purita dinamita para recordarnos que debemos olvidar el Tiempo (vaya regalo nos deja) y centrarnos en la Vida sin reloj. A fin de cuentas, mejor disfrutar el poco presente que tenemos que empezar a preocuparnos por Lo venidero, ¿no?

En el escenario, trabajo en equipo. Flanqueado por sus dos Compadres (grande -y no sólo por su altura- Jesús Pedrote en la batería y Juan María Mora al bajo) y, sobre todo, por su Ángel de la guarda, en forma de Una niña que se pasa el pasado, el presente y el futuro del concierto vigilando para que todo funcione como debería. ¿Como anécdota?, un monitor de sonido que no suena por mucho que se cargue la gramola; ¿como resultado? Él no murió. Cuanto más oscura es la noche, más brilla la Estrella.

Cuando la música se apaga, me revuelve la sensación de que tengo que escribir sobre ello, sobre mi nueva experiencia en un concierto de Albertucho (y ya van… muchos). Lo escribiré cuando esté en El pisito, junto a La gata que colma el vaso de mi Alegría.

Para quien no me conozca, soy uno más. Mi propio Superhéroe del sillón, como muchos de vosotros, con el único fallo de escuchar demasiado ese corazón que no me Deja de mandar. Ya le facilitaría yo la fuga como ese cobarde que soy (y que somos), como la primera rata que abandona el barco, como uno de los muchos grumetes que tiene este Capitán (de los putos) cobardes.

Muertecito estoy de ganas de volver a volver a repetir. 

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