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El deporte rey

Me gusta el ciclismo, lo digo así, sin tapujos. Bueno, un poco más, me encanta. Mucha gente no lo comprende, muchos no lo quieren comprender. Es aburrido, siempre lo mismo... Y puede que lleven razón pero lo que yo veo, en su estado más natural, es la esencia de la competición más pura.

Y saltarán las voces denunciando la competición adulterada, que todos van dopados, que son unos tramposos, que eso no tiene nada de puro... Y, de nuevo, puede que lleven razón pero en todas partes cuecen habas y si en el futbol se compran partidos o en el tenis tres cuartos de lo mismo; el ciclismo también sufre su propia lacra. No estoy justificando este tipo de actos, por supuesto, pero puedo comprender más al que hace trampas para ganar que el que paga para que otros se dejen perder... Lo ideal es lo puro, pero parece eso mismo, demasiado ideal.

No obstante, no escribo esto como un ensayo para hablar de los problemas del ciclismo sino de sus grandezas. Frecuentemente, la admiración y la envidia van de la mano (aunque nos cueste reconocerlo); quiero reconocer la profunda admiración y la enquistada envidia que siento cuando veo a estos hombres bailando sobre la bicicleta después recorrer de 150 kilómetros y con un coloso natural que se levanta ante ellos. 

Ver a un hombre entrar llorando en la meta y apoyarse sobre una valla publicitaria para volver a respirar trozos de su alma para mí es la imagen del deporte, para mí es lo que debería ser cualquier competición. Solos sobre sus herramientas de trabajo; solos aún rodeados de 200 personas más. Nadie va a subir por ti, el sálvese quien pueda ha llegado y puedes colaborar, pero tus mejores gregarios los tienes pegados a los pedales.

Los superhombres más cercanos a su público, los superhombres probablemente más infravalorados. 
Lo primero, porque ningún deporte como el ciclismo permite al público sentir el esfuerzo del deportista; es un pacto no escrito: yo te espero en esta montaña durante horas para verte dos segundos, tú das el resto para devolverme el favor. 
Lo segundo porque siendo uno de los deportes más duros, seguramente sea de los peores pagados (a nivel profesional, claro). Dinero llama a dinero y un escupitajo de Cristiano Ronaldo o Messi dobla el valor de un maillot amarillo del Tour. Triste, sí; cierto, también.

Y acabo de escribir todo esto sin ningún orden, simplemente porque hay cosas que sientes e intentas transmitir. Escribo todo esto porque estoy emocionado de poder disfrutar de algo así, escribo todo esto porque quiero dar las gracias por poder verlo.

Quizá muchos sigáis sin entenderme. Quizá algunos empecéis a hacerlo. Yo me he quedado tranquilo.

PD. Dedicado a Juanmita Suárez con el que comparto esta afición (y otras muchas cosas...)

2 comentarios:

Juanma Suárez dijo...

Sé que llega un poco tarde mi comentario, pero, como diría cualquier farolillo rojo de la "Grande Bucle" (vale, me he querido tirar un pegote y ni siquiera sé si se escribe así, pero tú me entiendes): "más vale tarde que nunca".

Totalmente de acuerdo contigo en todo, salvo que se te ha olvidado algo que a mí me parece que es lo que engrandece aún más a los ciclistas: ese caerse y levantarse de nuevo, a pesar de magulladuras, raspones, ¡costillas rotas!... ¿Resiste esto alguna comparación con el fútbol? Creo que o, ni de lejos.

Miguel Induráin, Miguelón, ganó uno de sus tours corriendo con un resfriado que habría metido en la cama a un equipo entero de fútbol durante días.

Por supuesto que hay tramposos en el ciclismo, como en todos los sitios; pero que no me habñen de la capacidad de sacrificio de otro deporte que no sea este. Tíos que entrenan todo el año, solos, nadie les obliga a coger la bici en pleno invierno y a hacer kilómetros, pero ahí los ves en las carreteras, pedaleando...

Y una cosa que no quiero dejar de escribir: por favor... RESPETEMOS A LOS CICLISTAS EN LA CARRETERA. Estos hijos de... que se dedican a acercarse a ellos con el coche para asustarlos, o incluso escupirles (lo he vivido en mis propias carnes) mejos estarían en un zoo, con la gente echándoles cacahuetes.

¡¡Qué grande es el ciclismo!!

P.D.: Gracias por dedicarme la entrada. Me he emocionao, de verdad.

Anónimo dijo...

yo cogía la bici para ir al insti!!! =)