En cualquier caso, ahora que la
Semana Santa da sus últimos pasos, intento reflexionar un poco sobre el tema
intentando no pincharme en ninguno de los dos bandos que flanquean la senda del
sentido común; de aquellos que me despiertan atronando en sus casas con bandas
de Semana Santa a aquellos que se alegran con la lluvia de estos días. Se trata
de respeto y educación. Nada más.
Soy agnóstico pero ateo para la
iglesia. No la creo. Simplemente, no puedo hacerlo. Ahora, lo poco que rece se
lo debo a una promesa mucho más importante para mí que cualquier creencia que
posea. Hablo de mí; cada uno que haga lo que quiera.
Seré totalmente sincero: me la
trae al pairo lo mucho o poco que llueva estos días, de verdad, me da
exactamente lo mismo. O casi. La mayoría de la gente que veo, conozco y/o he
conocido a la que gusta la Semana Santa le gusta simplemente eso, la Semana
Santa. No sé qué viento les dará que la impostura se adueña de ellos y si han
sido los mayores cabrones durante el resto del año, ahora toca redimirse, salir
a la calle o al balcón y llorar o emocionarse. A todos vosotros, de corazón,
que os llueva. Que os llueva mucho.
El casi que me queda son dos o
tres personas que he conocido a lo largo de mi vida y que sí se merecen esta
semana. Santos ellos. Gente participa activamente en la vida de las iglesias y
que me hacen sentirme orgulloso de que sigan sus creencias incluso hoy día. Yo
no creo en la iglesia (ni siquiera la pondré en mayúsculas) pero sí lo hago en
esas personas que se merecen todo mi respeto por hacerlo, por implicarse. A
todos vosotros, de corazón, que os brille el sol. Que os brille mucho.
Al final, y eso es lo importante,
esto va de ser buenas personas…
O debería ir así.
0 comentarios:
Publicar un comentario